2018 repetirá también 1981: la disputa por el rumbo de nación

 

En este escenario aparece Salinas copando de nuevo el PRI


El año de 1981 fue clave para definir el rumbo del país: mientras el gobierno de López Portillo disfrutaba los últimos meses de precios altos de petróleo antes del colapso, al interior del sistema político priista se libraba una batalla: definir la candidatura de 1982 entre el proyecto histórico del PRI enarbolado por la aún poderosa CTM y la burocracia neoliberal que quería imponer el modelo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Se trataba, recogieron Carlos Tello y Rolando Cordera en un libro que hoy merece una relectura, de “la disputa por la nación”. Echeverría había roto la continuidad sistémica en las élites con la designación del administrador López Portillo como candidato y en 1981 se estaba definiendo la nominación del tecnócrata Miguel de la Madrid como el sucesor para 1982-1988.

El PRI de la CTM de Fidel Velázquez delineaba el proyecto histórico progresista y populista, en tanto que De la Madrid y su principal operador ideológico, Carlos Salinas de Gortari, ofrecían el camino del neoliberalismo. Los dos proyectos entraron en disputa, aunque de manera desigual porque López Portillo tenía preferencia por cerrar el ciclo de los proyectos de la Revolución Mexicana.

El candidato escogido en septiembre fue De la Madrid y el país fue metido en el largo periodo de economía de mercado, de Estado disminuido, de integración comercial con EU y de tecnócratas al frente del gobierno y del PRI. En 1987 volvió a darse esa disputa, aunque menguada por la declinación en el poder de los progresistas y Salinas de Gortari fue ungido candidato por un PRI neoliberal y la salida de Cuauhtémoc Cárdenas del partido. Salinas le dio más profundidad al hundimiento de México en el modelo neoliberal.

En 1993 Salinas puso a Colosio como candidato garante del rumbo neoliberal, pero sus pactos con Manuel Camacho y sus acercamientos a Cuauhtémoc Cárdenas contextualizaron su asesinato. Ernesto Zedillo, el candidato de Joseph-Marie Córdoba Montoya como superoperador salinista e ideólogo del neoliberalismo mexicano, regresó al PRI al neoliberalismo pero sin Salinas. Y como no pudo poner como sucesor a José Angel Gurría o a Guillermo Ortiz, prefirió la alternancia al PAN a sabiendas de que Fox y Calderón mantendrían el rumbo neoliberal con economistas del Banco de México.

En el 2012 Salinas fue clave en la definición del proyecto priista neoliberal de Enrique Peña Nieto y los acuerdos del Pacto por México fortalecieron ese rumbo con reformas para la funcionalidad del modelo de mercado y de mayor retroceso del Estado.

En el largo periodo 1988-2017, casi treinta años, el PRI quedó subordinado al proyecto neoliberal; en 1992, apoyado por Colosio, Salinas dio el zarpazo final al PRI al excluir de sus documentos y su historia el concepto de Revolución Mexicana y meter el de “liberalismo social”. Y aunque Colosio quería abrir la democracia sin modificar el proyecto neoliberal, el pánico provocado en Los Pinos lo metió en una campaña de presiones para abandonar la candidatura; el asesinato de Colosio regresó al PRI al redil neoliberal.

El dilema del PRI radica en el hecho de que los EU de Trump han abandonado al neoliberalismo salinista y destruido el TCL y México enfrenta en la candidatura presidencial del 2018 el escenario de un aspirante priista funcional a Trump o uno con capacidad para rescatar un nuevo proyecto nacional de desarrollo. En este escenario aparece Salinas copando de nuevo el PRI.

Política para dummies: La política es el limbo en el que viven y actúan los fantasmas del pasado.

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