El león no es como lo pintan

 

La pobreza cobra significado universal


Este lunes el combate a la pobreza cobra significado universal al conmemorarse los esfuerzos, impulsados o monitoreados por la ONU, contra el que muchos insisten en definir como uno de nuestros mayores retos. Sin embargo, otros afirman que la “multifactorial” pobreza de nuestros tiempos es, en realidad, el más peligroso obstáculo que hemos enfrentado como especie: fuerte, consistente y en incremento.

En él, se conjugan todos nuestros excesos, miedos y hasta pecados. De ahí la congruencia del lema establecido este año por la ONU para resaltar el trabajo de miles de personas que buscan combatirla: “De la humillación a la participación; poner fin a la pobreza en todas formas”. México es quizá uno de los mejores ejemplos de ello. En este país la bestia se ha fortalecido y amañado tanto que no bastaría con refundar la república para destruir algunos de sus precursores. “La pobreza no se acabará simplemente con una despensa”, como dijo apenas el jueves el titular de Sedesol, Luis Enrique Miranda Nava.

Tenemos claro que el paliativo caducará con los alimentos que contiene; que el esfuerzo institucional debe ser mucho más grande y mejor estructurado, pues entre pobreza, pobreza moderada y pobreza extrema hay millones atrapados; que modificar artificialmente el concepto de vulnerabilidad por carencias sociales, partiendo la línea de bienestar, no serviría de nada. Entre 63 y 50 millones de mexicanos se encuentran en estos rangos. El clima es benévolo, nuestra tierra rica, las estructuras sociales sólidas, aun frente a las “fugas” de recursos y la mala distribución de la riqueza, que merman todo esfuerzo. Pero insisto. Nadie pone énfasis en la responsabilidad del otro. En reconocer en sus carencias las propias y buscar la “madurez” en nuestra moral social que sigue distraída agravando la humillación y las vejaciones, porque el león no es komo lo pintan.