Crisis de estado

 

Varios son los factores que inciden en esta crisis que amenaza con agravarse


México está enfermo y ha entrado en un caudal de acontecimientos que hace dudar a muchos de su viabilidad futura. Varios son los factores que inciden en esta crisis que amenaza con agravarse por las ambiciones propias de los hombres y las mujeres del poder, quienes en medio de la vorágine de lamentables hechos no se han dado cuenta que, de seguir por el mismo camino, el país va a sufrir un colapso.

No podemos cerrar los ojos ante la evidente necesidad de analizar el capítulo referente a la vigencia del sistema político mexicano tal y como lo conocemos. O modificamos todos y colaboramos en la estructuración de una nueva expresión organizativa para este México nuestro, o estaremos acudiendo a su funeral. El sistema presidencialista está agotado y parece llegar a su fin. O aprendemos a gobernarnos con muchas voluntades, o entenderemos finalmente que las ambiciones mezquinas de nuestra clase política resultan el ingrediente ideal para colapsar nuestra precaria estabilidad gubernamental.

El siguiente paso puede ser una crisis social de catastróficas consecuencias que lamentaremos como sociedad y como país, porque quizás ese México, si para entonces sigue llamándose igual, será diametralmente opuesto al que conocemos. Hasta ahora el único que ha colocado en la mesa de las discusiones una ruta para salvar nuestra frágil institucionalidad ha sido Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien aunque a muchos no les guste, ha sabido ganarse el respeto y el reconocimiento de propios y extraños.

No me atrevería a señalar de entre quienes ejercen el poder a alguien que sea capaz de lograr una transición que implique, además, un cambio de régimen como lo ha planteado Beltrones.

Insisto, aunque muchos no lo quieran aceptar, México está herido de muerte. Y lo han herido la ineficiencia, la corrupción, la rapiña, la voracidad de sus ricos, la necesidad de sus pobres, la mendicidad de sus gobernantes, la falta de moral de sus líderes religiosos, pero sobre todo, la maldita delincuencia que parece ganar la partida al poder coercitivo del Estado.

El único que ha sabido plantear una propuesta viable es el señor Beltrones cuando afirma lo evidente: el régimen presidencialista ya no le sirve a Mexico, y menos ante la ausencia de mayorías estables. No podemos tener mayorías que pierden ante minorías que ganan. O ganamos muchos o perdemos todos, esa es la simpleza de nuestra posible ecuación social que nos otorgará la posibilidad de transitar a mejores estadios de gobierno, o al fraccionamiento del México que conocemos. Al tiempo