Populismo: Indefinición ideológica

 

El populismo encuentra su principal fuerza en la persona que las propone


Ernesto Laclau: “El populismo es en primer lugar una lógica política que se separa de toda ideología, permitiendo que su lenguaje pueda ser utilizado tanto por la izquierda como por la derecha, convirtiendo su lenguaje fluctuante e impreciso que busca insertarse en una realidad social llena de inconformidades”.

El populismo es, en primer lugar, una lógica política, entendida como la ciencia que expone las formas para acceder al poder político, que es el poder para permitir, prohibir, obligar y castigar a los ciudadanos, los cuatro principales poderes del gobierno.

El populismo no es la lógica política, sino una de las posibles lógicas políticas.

En segundo término el populismo es la indefinición ideológica, de tal manera que lo puede haber, como de hecho lo ha habido, de derecha, izquierda o centro, dependiendo del emisor del discurso populista, de su receptor, y de la realidad que, de llegar el populista al poder, se pretende cambiar. Esta indefinición es la que explica que al populismo se sumen, desde empresarios de derecha, hasta intelectuales de izquierda.

Por último, el discurso populista se alimenta de la inconformidad, exacerbándola, recordándosela una y otra vez a los ciudadanos, identificando sus causas y señalando sus soluciones, basadas, no tanto en la propuesta, sino en quién la propone. Ejemplo. Inconformidad con la corrupción y con todo lo que genera, por ejemplo, un pobre desempeño económico. ¿Su causa? Las acciones y omisiones de una mafia del poder, y en el poder, principal beneficiaria de la misma, ¿Su solución? La llegada al poder político de un hombre con una honestidad a prueba de todo, cuya voluntad de combatirla será la causa eficaz de su erradicación.

El populismo encuentra su principal fuerza, no tanto en las propuestas de solución a los problemas, sino en la persona que las propone, no tanto en el qué sino en el quién, no tanto en el programa sino en el programador, a quien se le ve como un mesías, salvador y redentor, en quien se deposita una confianza desmedida.