Felicidad, ciudades y tiempos electorales

 

Recuperar espacios públicos y fomentar que las comunidades lastimadas por el crimen y la violencia recuperen su tejido social en espacios más amables es una política más efectiva contra el crimen que llenar de policías las calles


¿Qué te gusta más cuando pisas por vez primera las calles de una ciudad? Tal vez que esté limpia, ordenada, que puedas desplazarte con facilidad, caminando o en bicicleta, que te brinde una sensación de confort y seguridad, pero con espacios donde puedas estar y sentir que perteneces, espacios que tan tuyos como de sus habitantes.

Tal vez, cuando llegas a una urbe así te sientes bienvenido pero, si le añadimos más árboles, plantas y flores, ¿te haría sentir feliz? Según Charles Montgomery, consultor y especialista en diseño urbano, la ciudad y sus espacios verdes están relacionados con la felicidad de sus habitantes y sus visitantes.

Pero, si tener espacios públicos dignos es un reto en sí mismo, que éstos hayan sido diseñados para brindar servicios ambientales e integren elementos naturales al paisaje urbano resulta una misión casi imposible… o tal vez no.

Montgomery parte de una hipótesis que parece simple, aunque detrás encierre una compleja realidad: “El fin mayor de toda ciudad es ayudar a sus residentes a alcanzar la felicidad”.

Así, respondiendo a esta premisa, las decisiones urbanísticas que se toman deberían poner en el centro de su análisis y su diseño a las personas.

Entonces, ¿por qué hay cada vez más ciudades que parecieran estar pensadas para los autos? Bueno pues porque los tomadores de decisiones no han aceptado que la felicidad y el urbanismo van de la mano.

El diseño urbano no es un asunto menor y, por tanto, me preocupa no ver las políticas de desarrollo urbano sostenible, movilidad y medio ambiente entre las prioridades de los candidatos al Gobierno de la CDMX. ¿La seguridad es más importante? ¡Lo es! pero no es un tema aparte.

Recuperar espacios públicos y fomentar que las comunidades lastimadas por el crimen y la violencia recuperen su tejido social en espacios más amables es una política más efectiva contra el crimen que llenar de policías las calles.

Y, ¿qué hay de la movilidad? Los tiempos y la forma en la que nos trasladamos moldean nuestras vidas. Charles Montgomery explica, por ejemplo, que un estudio en Suecia encontró que la gente con tiempos de traslado de más de 45 minutos tenía 40 por ciento más de probabilidades de divorcio. Sólo de pensar que en la CDMX hay personas que pueden a diario pasar más de cuatro horas trasladándose, me deprimí.

Por eso, y claro por el impacto ambiental del caos, la movilidad es uno de los retos más urgentes de resolver en la capital mexicana. De ahí que sea decepcionante que las y los candidatos en sus propuestas consideren como innovación lo que en realidad es la mínima continuidad que necesita esta ciudad de lo que ha funcionado.

El diseño es una herramienta para resolver los grandes problemas que enfrentan los entornos urbanos. Y aquí no hablo sólo de cómo diseñamos las ciudades, sino también de cómo se diseñan las políticas públicas. Urge que los candidatos dejen de pensar en el hueso y planteen verdaderas soluciones integrales, a largo plazo, que trasciendan colores de partidos o nombres de políticos. Las ciudades no son medallas para colgarse; menos botines para saquearse. El compromiso de todos, y me refiero al Gobierno —en todos sus niveles—, empresas, academia, sociedad civil y ciudadanía, es apostar por un desarrollo sostenible, pero hacerlo en serio para diseñar ciudades que contribuyan a que seamos cada día, un poco más felices.