Cráter Chicxulub, clave sobre misterios de la Tierra

 

De hallar microorganismos revelaría datos sobre la regeneración de la vida tras el impacto del meteorito que extinguió 76% de los seres vivos


La expedición 364 al cráter Chicxulub, en Yucatán, recogió –luego de semanas de trabajo– por lo menos 100 cilindros de rocas del anillo de picos formado en el sector central del orificio, el cual es característico de los cráteres en la Luna. El cráter, cuyas características no tiene ningún otro en la Tierra, se generó debido a la colisión de un meteorito hace 66 millones de años, el cual transformó la vida del planeta y provocó la desaparición de 76 por ciento de las especies que lo poblaban a finales del Cretácico.

Los 33 científicos de 11 países que forman la expedición descubrieron algunas novedades, las cuales generan un conocimiento inédito respecto a la formación de nueva vida en el planeta, informó en un comunicado la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). Las evidencias halladas confirman la etapa prehistórica del hecho y, al llegar a la capa del impacto del meteorito, los expertos esperan obtener muestras de vida microbiana que revelarían datos acerca de la recuperación de la vida después del choque del cuerpo celeste, que se cree ocasionó la extinción de los seres vivos en ese periodo.

La británica Joanna Morgan, también del equipo señaló que Chicxulub presenta una misteriosa particularidad: cerca de su centro se erige una cordillera circular -con un radio de unos 30 km- conocida como “anillo de picos”, que alcanza los 500 metros de altura. Y es justamente en la cima de uno de estos picos que se asienta la plataforma. “Las rocas al interior del anillo de picos están tan fracturadas que se piensa que fluidos a muy altas temperaturas corrieron a través de ellas, por lo que podríamos anticipar que fue un lugar privilegiado para la vida microbiana”, dijo. Si esto se comprueba, “entonces deberíamos estar buscando vida microbiana en otros planetas”, añadió.

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Por su parte, el director del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Jaime Humberto Urrutia Fucugauchi, señaló que en los trabajos de investigación no se emite ningún tipo de contaminación, debido a que los procesos de extracción deben ser de lo más limpios posible para su estudio; también se cuida de que no haya desechos. Asimismo, la investigadora, experta de la UNAM, Ligia Pérez Cruz, señaló que quizás haya nuevos resultados que proporcionen más información sobre la cavidad. Mencionó que los tubos de piedra de tres a cinco metros de largo, son parte del meteoro de 12 kilómetros que impactó en lo que hoy es Yucatán. Además, afirmó que se realizaron trabajos en la plataforma y que el nivel de perforación alcanzado actualmente es de 760 metros, aunque el objetivo es llegar a los mil 500 metros.

La científica detalló que entre los principales objetivos de la expedición sobresale determinar cómo se formó el anillo de picos y cómo se dio la habitabilidad posterior al impacto, así como saber la forma de la recuperación de la vida después de los eventos climáticos, extremos y abruptos que se sucedieron en un corto tiempo. De acuerdo con el líder del proyecto, Jaime Urrutia, se tienen previstas otras perforaciones en el sector marino. Anunciaron que el próximo 6 de junio termina el trabajo de perforación y será hasta el próximo año cuando se informen los resultados de los estudios.

Más investigaciones

Los próximos estudios sobre el cráter estarán enfocados para averiguar la orientación del meteorito. Los científicos continuarán las perforaciones –esta vez sobre la superficie terrestre– en tres zonas, se horadará en el orden 700 metros para alcanzar los afloramientos del material fragmentado en la llamada “brecha de impacto”. Jaime Urrutia Fucugauchi prevé que en mayo o junio próximo se inicien las perforaciones terrestres debido a que los trabajos marinos suelen ser muy costosos. Añadió que en la actualidad están definiéndose los sitios exactos, porque es necesario estudiar el lugar, para evitar que se coincida con vestigios mayas.

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INICIO DE LAS INVESTIGACIONES

El cráter fue descubierto por Antonio Camargo y Glen Penfield, geofísicos que trabajaban en Yucatán para Petróleos Mexicanos en busca de yacimientos de petróleo a finales de la década de 1970, pero al no encontrar evidencia con la inusual estructura geológica que en realidad era un cráter de impacto, abandonaron las investigaciones. Posteriormente, por medio de Alan Hildebrand, geólogo canadiense, Penfield y Camargo fueron capaces de obtener muestras que sugerían que el boquete había sido consecuencia de un impacto. Las pruebas de un origen por choque del cráter incluyen “cuarzo chocado”, una anomalía gravitatoria y la presencia de tectitas en el área circundante. También la presencia de iridio y, en ocasiones, de platino como metal asociado.

INVIERNO NUCLEAR

Mario Rebolledo, geofísico de la UNAM, estima que con la caída del meteorito, al contacto con la Tierra se pulverizó y levantó tanto polvo que, por un periodo relativamente largo se mantuvo en oscuridad. Al tapar los rayos del Sol, no sólo bajó la temperatura, sino también se obstruyó la fotosíntesis, por lo cual se marchitaron las plantas y los animales se murieron de hambre. Rebolledo explica que “la caliza que cubría la península sumergida y los evaporitos como el yeso se fundieron con el impacto y expulsaron millones de toneladas de dióxido de carbono y dióxido de azufre a la atmósfera, dando origen a un calentamiento global de varios grados. Probablemente muchas especies, como los dinosaurios, no resistieron el aumento brusco de temperatura, que produjo todo tipo de cambios en su hábitat y perecieron”.

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