Amlomanía quería fiesta con el presidente electo

 

López Obrador recibe “diploma” en austeridad y con Estado Mayor


La austeridad republicana marcó el histórico día en que Andrés Manuel López Obrador recibió la tan ansiada constancia de declaratoria de presidente electo.

Ayer no tuvo brindis, ni pastel, ni festejo pese a que en su tercer intento ganó la Presidencia de la República.

Los más de 30 millones de votos del 1 de julio se materializaron este miércoles en la sesión solemne de la sala Superior del Tribunal Electoral.

Tampoco pronunció un discurso. Con dos de sus hijos y sus más cercanos colaboradores, en privado, celebró la entrega de su “diploma”, como llamó a la constancia de mayoría.

En la mañana, hasta su casa, llegaron una veintena de personas para celebrar este día histórico. También arribaron sus hijos Andrés y Gonzalo. Después llegó su eterno vocero César Yáñez. No lo acompañaron su esposa Beatriz Gutiérrez, ni sus hijos Jesús Ernesto y José Ramón.

La Secretaría de Seguridad Pública capitalina desplegó un discreto operativo en la calle de Cuitláhuac, en la colonia Toriello Guerra. Dos elementos de seguridad con corte de cabello militar y vestidos de civiles, estaban atentos a las actividades.

Entre tumultos, salió entre personas que intentaron saludarlo.

“De ese tema no voy a hablar”, dijo cuando le preguntaron de la repentina liberación de la exlideresa magisterial Elba Esther Gordillo. A gritos le desearon suerte.

Buen viaje

Un escuadrón de 20 periodistas en motociclista y elementos de la policía, siguieron al automóvil blanco. En cada alto, López Obrador repartía saludos y besos. Hasta una rosa le regalaron.

Los vendedores ambulantes, los que vendían cacahuates y cigarros sueltos, le pedían que no les fallara.

A dos cuadras del Tribunal, sobre Carlota Armero, se apostaron decenas entusiastas simpatizantes que no dejaron se agitar sus brazos.

Desde el martes en la noche llegaron los elementos del Estado Mayor Presidencial. En el interior, vestidos de traje negro y corbata roja, y otros con ropa táctica y binomios caninos, supervisaron la seguridad.

“Es un honor estar con Obrador, es un honor estar con Obrador” y “Se ve, se siente, tenemos presidente; se ve de siente, tenemos presidente”, lanzaban adultos mayores llegaron con bastones. Se apoyaron en las vallas con las que se controló el tránsito vehicular y peatonal.

Ambiente festivo

A gritos, los integrantes del Estado Mayor les pedían que mantuvieran la calma. Como pasando lista, comenzaron a enlistar las delegaciones de las provenían.

“Presentes con Andrés Manuel”, gritaban.

Flores, fotografías y carteles le llevaron. Aunque proviene de Matatlán, Oaxaca, capital del mezcal, la indígena zapoteca Francisca Serna decidió no regalarle al tabasqueño esta bebida porque es un hombre muy sano.

En camionetas de ocho cilindros y automóviles de lujo fueron llegando los invitados.

Unos morenistas como Esteban Moctezuma Barragán y Luisa María Alcalde llegaron caminando. Sonrientes, ya festejaban.

— El reto es muy grande, ¿van a poder con el paquete?–, se le preguntó a Rocío Nahle, futura secretaria de Energía, quien llegó en un auto compacto.

— Claro que vamos a poder–, dijo.

“Oe, oe, oe, An-drés-Ma-nuel, Oe, oe, oe, An-drés-Ma-nuel”, se oía en la calle de Mariquita Sánchez.

Con un ademán simulando un abrazo ingresó al Tribunal Electoral. El mismo que seis años atrás llegaron sus simpatizantes enojados porque el ganador de elección había sido Enrique Peña Nieto.

En dos pantallas gigantes los simpatizantes festejaban el discurso del ya presidente electo.

“El Ejecutivo no será más el poder de los poderes comillas”, soltó el futuro presidente y estallaron en aplausos.

A gritos le pedían a las guardias presidenciales que se quitaran del camellón para que pudieran observar las pantallas.

Para evitar confrontaciones, sus superiores les pidieron alejarse de las vallas.

Discreto y con trabajo

Tras una hora de aplausos, vieron salir a lo lejos al próximo titular del Ejecutivo Federal. Se quedaron con las ganas de escucharlo.

Su camino, nuevamente fue acompañado por un convoy de motociclistas.

Contrario a versiones que hablaban de que habría un festejo masivo, enfiló su automóvil blanco a su oficina de transición, en Chihuahua 216, colonia Roma Norte.

Con gritos y desesperados por acercarse, rodearon su automóvil casi 100 personas.

“Pre-si-den-te, pre-si-den-te”, le gritaron.

Al no poder resistir los jaloneos y empujones, varios cayeron. Sin bajarse de su auto dijo que se reunirá por segunda ocasión con el presidente Enrique Peña Nieto.