A confesión de parte…

Afirma AMLO que ya cumplió 62 de sus 100 compromisos
 

“A confesión de parte, relevo de prueba” señala un adagio recurrente de la praxis legal en el país, y eso es lo que el Presidente de la República tiene que aplicar en el caso de su efectividad entre lo que prometió y lo que cumplió durante el primer tramo de su mandato. Y no es […]


“A confesión de parte, relevo de prueba” señala un adagio recurrente de la praxis legal en el país, y eso es lo que el Presidente de la República tiene que aplicar en el caso de su efectividad entre lo que prometió y lo que cumplió durante el primer tramo de su mandato. Y no es que se trate de demeritar el trabajo que está realizando a partir del primero de diciembre pasado, pero quien se colocó una calificación carente de aprobación general fue el propio Andrés Manuel López Obrador.

El Presidente de la República dijo que su gobierno cumplió sesenta y dos compromisos de cien que el mismo estableció, en los primeros cien días de su mandato, y entre esos compromisos que se mantienen pendientes está la permanecía de las estancias infantiles y la construcción del Tren Maya. Sin lugar a dudas los magros resultados indican que por desgracia la expectativa que el propio Andrés Manuel López Obrador ha despertado no corresponde a la efectividad esperada y mucho menos ha mostrado la posibilidad de que las cosas se compongan en el corto plazo.

No es fácil para un mandatario comenzar exitosamente una administración de seis años, pero habrá que señalar que fue el propio candidato Andrés Manuel López Obrador quien pudiera haber metido en un conflicto de índole político, económico y social al Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos al no poder alcanzar con éxito las altas expectativas que construyó a lo largo de muchos años, hecho que seguramente podría significarse como el sello de la ineficiencia por la falta de capacidad de muchos de sus colaboradores.

Pero también hay un señalar que la senectud de muchos de ellos, y el perfil profesional de los otros, podrían servir de explicación para dilucidar en qué consistió el origen de esa ineficiencia. Insisto, no soy quién para juzgar al Presidente de la República, pero tengo que subrayar que ha sido él mismo quien se ha colocado muy alta la etiqueta que quiere imponer a su administración, y eso quiere decir que tendrá que redoblar el paso y exigir más de aquellos que hasta ahora s sean distinguiendo por la ineficiencia y la ineficacia.

“A confesión de parte, relevo de prueba” dicen los abogados cuando no se requiere más que la valoración inmediata de una equivocación cometida por el antagonista, y en este caso el propio Andrés Manuel López Obrador se ha puesto “de pechito” como señala el dicho popular que indica que no es necesario aportar los elementos probatorios cuando existe una declaración de aceptación de la culpa, y en el caso que nos ocupa, el propio mandatario ha aceptado que su gobierno solamente cumplió sesenta y dos compromisos de los cien que estableció en el Zócalo el día en que protestó su encargo ante el Congreso de la Unión.

Esta circunstancia que provoca este tipo de valoraciones pudiera ser injusta, y más cuando apenas inicia el mandato presidencial del tabasqueño. Hasta ahora el propio Presidente de la República ha despertado muy altas expectativas entre los desposeídos, pero el problema no es prometer, sino cumplir.

Estoy seguro que en el corto plazo logrará cumplir sus promesas, pero por lo pronto sus adversarios políticos habrán de aprovechar la oportunidad para hacerle entender a los mexicanos que las promesas de campaña nunca se convierten en resultados efectivos.

Al tiempo.

Vladimir.galeana@capitalmedia.mx