Ciudad que se hace al andar

 

Lo cierto es que las ciudades se viven diferente a pie de calle


Siempre me ha gustado caminar. Cuando viajo puedo hacerlo por horas. Y esta semana, el clima nos regaló el privilegio de hacerlo bajo la lluvia en las calles de la Ciudad de México. No sé el motivo, pero hace un par de días volvió a circular en redes sociales una entrevista que el diario español El Mundo le hizo al escritor y filósofo francés Fréderic Gros, autor del libro Andar, una filosofía en el año 2014.

En su libro, Fréderic Gros recuerda que lo mismo a Kant que a Rousseau, Rimbaud y Nietzsche les gustaba salir a andar, aunque todos lo hacían en forma distinta. Unos sistemáticamente, otros en una marcha enérgica y otros en un desorden caótico.

Lo cierto es que las ciudades se viven diferente a pie de calle. La arquitectura nos deja sentir su grandeza, su imponente presencia. Al mismo tiempo, los pequeños detalles se vuelven más cercanos, como el descubrir que con la primavera no sólo llegaron los mantos violeta a cubrir las copas de las frondosas y múltiples jacarandas chilangas, y que al caer se vuelven tapetes  que nos gusta pisar y fotografiar. También descubrimos que hay otras flores, algunas incluso silvestres, olvidadas en aisladas jardineras, creciendo libres, recordando a la ciudad que la naturaleza también se mantiene en resistencia para coexistir con el asfalto, el ruido, la contaminación y los autos.

Los paseos a pie en una ciudad pueden ser considerados, en sí mismos, una experiencia cultural inigualable, en la que se mezclan todos los sentidos. Claro, porque vivir es una experiencia cultural per se. El imponente legado arquitectónico, mezclado con la vida intrínseca del espacio público, los sonidos y hasta sus olores, no siempre agradables.

Como bien plasma Woody Allen en Midnight in Paris, hay ciudades que lucen más bellas bajo la lluvia. Así que aunque no estemos a la orilla del río Sena, si tenemos oportunidad, hoy pongámonos la gabardina, las botas y  tomemos el paraguas, porque también en la Ciudad de México la belleza se hace presente y toma un brillo especial cuando recibe un buen baño de lluvia primaveral.