¿Disipando el miedo?

 

Si lo que López Obrador pretende es amainar los temores que sigue despertando en amplios sectores de la sociedad tendría que moderar el discurso


Finalmente entendió que lo que estaba haciendo y prometiendo generó temor en amplios sectores de la sociedad, principalmente entre los dueños del dinero y aquellos que saben que en un país en constante conflicto tienen mucho que perder. Para decirlo más claro, Andrés Manuel López Obrador comenzó la moderación de su discurso a causa de las reacciones que provocaron aquellos personajes con los que mantiene amplia cercanía y que han elogiado públicamente al régimen bolivariano construido por Hugo Chávez.

Pero también hay que decir que Hugo Chávez hizo la misma promesa y las mismas consideraciones que el tabasqueño cuando un periodista le preguntó acerca de la circunstancia de la posible reelección en el probable caso de que ganara las elecciones. No sé si el señor López Obrador esté consciente de que está siguiendo un libreto similar cada vez que es cuestionado acerca de sus aspiraciones políticas y de permanencia en el ejercicio del poder. El desenlace de Venezuela lo conocemos todos.

Si lo que López Obrador pretende es amainar los temores que sigue despertando en amplios sectores de la sociedad, y principalmente entre la clase dirigente y los dueños del dinero, tendría que moderar el discurso y dilucidar en corto y quizá de forma personal, los temores de la clase pudiente de este país que sigue atenta a cualquier atisbo que pudiera indicar algún exceso discursivo que lo coloque en una posición delicada frente a quienes mueven los procesos económicos del país.

Pero también habrá que decir que sigue utilizando el mismo contenido discursivo del populismo entronizado en el poder en diversos países de la América del Sur al señalar que aparte de que no piensa en la reelección, y que no buscará reformar la ley para ello, trabajará 16 horas al día, lo que en lo personal me parece una buena cita discursiva, aunque una promesa casi imposible de cumplir. Nadie puede trabajar tres días seguidos jornadas de dieciséis horas, y no es una cuestión de crítica hacia el tabasqueño, sino de sentido común.

“El prometer no empobrece”, señala un refrán muy arraigado en este país, pero quienes están en campaña lo hacen de la forma más cínica y con mucha desfachatez.

El tabasqueño siempre ha sido prolífico en las promesas, pero en esta ocasión me parece que, o ha perdido el contacto con la realidad, o simplemente se está quitando la careta para mostrar que efectivamente pertenece a ese sector de hombres y mujeres afectos al populismo y a la promesa fácil, pero en la mayor parte de las veces imposible de cumplir.

Ya comenzó a hablar de reelección, y lo más probable es que desde ahora esté sembrando entre esa amplia franja de sus admiradores una fijación futura para que llegado el momento puedan ser exaltados y no tan solo soliciten, sino exijan una reelección como ocurrió en el cono sur del continente. Si López Obrador no quiere   comparaciones con Hugo Chávez, tendrá que dejar de hacer cosas que lo hagan parecerse al dictador venezolano, de lo contrario comenzará a generar mayor temor ente los sectores productivos del país. Al tiempo.