El Estadio Azteca da pena

 

Está convertido en todo lo malo que se hace en México: mala planeación, inversión y, por ende, malos resultados


Fernanda Sánchez

Uno de los símbolos de orgullo máximo del futbol mexicano está convertido en todo lo malo que se hace en México: mala planeación, inversión y, por ende, malos resultados.

Partimos de la idea de modernizar el Estadio Azteca, la idea no era mala, se necesitaba, primero por seguridad, y luego para cumplir requisitos y albergar eventos como la NFL y el Mundial 2026; pero las cosas se hicieron mal desde el inicio. La remodelación destruyó la estética del inmueble; por dentro luce como un estadio encimado al que no supieron acomodarle las nuevas zonas; eso sin contar que la isóptica para aficionados no siempre es la óptima desde cualquier localidad; y ahora la búsqueda de un lugar de donde apreciar el juego, se ha complicado.

Entremos al tema más vergonzoso: la cancha. El responsable del cambio del pasto es Enio Cubillo, socio de Alajuelense, y director de Mantenimiento del Centro de Alto Rendimiento de Pachuca y del estadio Hidalgo. Su proyecto, 90 por ciento pasto natural y 10 por ciento sintético para llegar al objetivo de ‘pasto híbrido’, como se utiliza en algunas canchas europeas, está fracasando en el Estadio Azteca; de entrada porque el césped era impecable, y no había necesidad de cambiarlo, después porque éstas no son las fechas más propicias para realizar un cambio de esa magnitud, las lluvias en la capital mexicana impiden que la cancha repose y se asiente como debiera para adoptar la nueva gramilla. Las lluvias no pararán, y a nadie de su administración se le ocurrió, menos a los que firman facturas desde Avenida Chapultepec.

Es penoso que la que fuera la mejor cancha del futbol mexicano esté convertida en un chiquero que, además hoy alberga a dos equipos; y eso se sabía desde el 2017, por lo que es (hasta estúpido) haberse arriesgado a un cambio tan drástico (empezó el 8 de julio) con tan poco margen de maniobra para brindar el servicio adecuado a los implicados. América y Cruz Azul ya buscan salir de su estadio porque ahí no se puede jugar, y ninguno se arriesgará a una lesión en el arranque del AP2018.

Aun cuando el arquitecto encargado de la obra diga que es cuestión de tiempo, eso no le quitará a la catedral del futbol mexicano el papelón de iniciar un torneo en ruinas cuando recién se le designó como sede del duelo inaugural del Mundial 2026 organizado entre México, Estados Unidos y Canadá. Hoy la cancha no tiene estándares de calidad y vive el clásico estrés de adaptación.