Leyendas sexuales. Puertas abiertas

 

La premisa de las relaciones abiertas es la honestidad


Que no me pedaleen la bicicleta”, “que nadie quiera rayar mi cuaderno” están entre las mayores preocupaciones de muchos enamorados. Si hablamos de una pareja, hablamos sólo de dos personas, razonamiento que será difícilmente desmentido si uno pregunta aleatoriamente por la calle.

La fidelidad, es decir, la exclusividad, es un requisito común en las relaciones de pareja, tanto así que “poner los cuernos” es una de las más graves afrentas y puede dar lugar a una ruptura. Sin embargo, no podemos negar que hay personas que perdonan una o más infidelidades, confiando en que el incidente no se repetirá. De igual modo, si quien ha sido infiel está interesado en seguir en su relación original, prometerá no volver a caer en ese comportamiento (habrá que ver si puede mantener su promesa).

La exclusividad es básica para muchos, aunque para otros tantos es difícil mantenerla. Afortunadamente, esto no es un callejón sin salida; simplemente se trata de hablar las cosas claramente desde el principio. Para quienes piensan que la fidelidad es una utopía, las relaciones abiertas son la opción.

Las relaciones abiertas son aquellas donde los miembros –pueden ser dos, como en una pareja tradicional, pero también podrían ser tres o hasta más– pueden tener romances fuera de la relación “de base”.

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Que conste que no estamos hablando de una dinámica swinger, donde las personas ajenas entran a escena única y exclusivamente en los actos sexuales. En este caso, los integrantes de la pareja tienen “permiso” para salir con otras personas, llámese cenar, ir al cine, viajar, besarse, tener sexo, bailar o pasear perros, lo que a cada quien le apetezca. Incluso, hay parejas que se platican lo que hacen con esas otras personas igual que hablarían de cómo les fue en el trabajo o en un día de campo.

Hace poco, supe de una amiga que le propuso a su pareja tener una relación abierta. Ella sospechaba que él intercambiaba mensajes con otras mujeres (al menos, con una) y decidió que era menos problemático tener un arreglo de este tipo que exigirle a él que dejara de coquetear por aquí y por allá. El susodicho rechazó el trato y aseguró que lo suyo, lo suyo, es la monogamia. Mis otras amigas y yo coincidimos en que no nos creemos capaces de estar tranquilas sabiendo que nuestras parejas salen con otras mujeres, sin embargo, tampoco nos pareció descabellado que haya quien quiera hacerlo.

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La premisa de las relaciones abiertas es la honestidad. Las personas que están en ellas argumentan que es más justo y respetuoso decirle a la “otra mitad” que no saben cuánto tiempo pueden mantener la exclusividad, así que es mejor dejar en la mesa la posibilidad de que llegue alguien más que los entusiasme amorosamente. Independientemente de esto, la pareja se mantiene como una relación estable, pues ambos integrantes han encontrado ahí la estabilidad, la felicidad o la compañía que se busca en cualquier relación de pareja común y corriente.

Dado que en esta circunstancia habrá más de dos personas, el sexo protegido siempre será la opción para no pasear virus, parásitos o bacterias de unos genitales a otros.

Si a ti te ha rondado la cabeza esta idea, o si de plano sabes que no quieres sentirte atado a una sola persona durante años y años, estas relaciones son para ti. Es cierto que podría ser difícil encontrar a alguien que piense de la misma forma, pero hablar con sinceridad desde el inicio ahorrará tiempo, esfuerzo y sufrimiento a ambos involucrados. 

Periodista especializada en salud sexual.

@RocioSanchez

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