Velando armas

 

El Gobierno en turno ha visualizado la necesidad en el corto plazo de la utilización de las Fuerzas Armadas


El inicio de año, caracterizado por alzas en los precios de los energéticos y, en consecuencia, de la mayoría de los productos e insumos de consumo cotidiano, podría ser explicado por los economistas a partir de un proceso del sistema capitalista con el propósito de obtener las máximas ganancias. Las instituciones formales en tanto, se constituyen en protectoras de dicho interés capitalista y, en cumplimiento del deber formal, en fieles guardianes de dichos intereses.

Los sociólogos y politólogos podrían explicar también la forma de legitimación del propio Estado con las asonadas y motines que se han suscitado a partir de dicha escalada de precios. Existen muchas versiones y suspicacias de que es el propio Estado el auspiciador de dichos eventos. Bajo la premisa de generar miedo y, en consecuencia, parálisis social, que le permita maniobrar como rezan los cánones del sistema.

Siempre en beneficio de los capitalistas.

Y así, existirán múltiples explicaciones de la realidad actual. Lo cierto es que el ciudadano de a pie padece cada vez más una dificultad mayor para sobrevivir y el número de personas en extrema pobreza crece desproporcionadamente.

El problema estriba en que no hay elementos que permitan visualizar un cambio en el corto ni en el largo plazos. El discurso oficial es cada vez más difícil de creer, y la desconfianza en las instituciones formales crece permanentemente.

De allí podría explicarse el fortalecimiento de las instituciones militares a partir de mayor financiamiento público, más y mejor equipamiento militar, mejores salarios para sus integrantes y, en general, mejores condiciones de vida para los mismos. El Gobierno en turno ha visualizado la necesidad en el corto plazo de la utilización de las Fuerzas Armadas como un instrumento para la represión de un pueblo cada vez más hambriento y desesperado.