¿Viento en popa?

 

Me parece que si de algo tiene que cuidarse el señor López es de quienes pudieran dar al traste con su proyecto


Pese a todo lo que se ha dicho y hecho para detener la marcha ascendente del candidato del Movimiento Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador, su proyecto sigue viento en popa sin mayor problema y los augurios son de que difícilmente podrán bajarlo del lugar a que ha llegado. Pareciera que el tabasqueño está blindado contra cualquier intento de sus adversarios por detener su marcha hacia el triunfo en la elección presidencial. Claro está que, a menos de que ocurra una catástrofe, el señor López va caminando de forma firme hacia el triunfo.

Aunque tampoco es bueno cantar victoria como lo ha venido haciendo, y mucho menos seguir permitiendo los excesos verbales y amenazas de muchos de sus colaboradores cercanos, porque la sed de venganza ha llegado a límites insospechados, y eso –quiérase o no– pudiera en un momento dado provocar amplios periodos de reflexión en diversos sectores sociales, sobre todo, aquellos en los que siempre despertó antipatía y en ocasiones ofendió con el epíteto de “pirruris”.

Me parece que si de algo tiene que cuidarse el señor López es de quienes, a causa de esa euforia anticipada, pudieran dar al traste con su proyecto, porque por mucho que sea poseedor de una amplia ventaja que se antoja inalcanzable, hasta ahora el peor enemigo de Andrés Manuel López Obrador ha sido el mismo, y debiera serenar un poco su efusividad y tranquilizar el júbilo desbordado de sus huestes, pero más, el encono acumulado que han mostrado muchos de sus amigos más cercanos.

Independientemente del resultado, el señor López no puede ni debe permitir que el encono se quede ahí durante mucho tiempo, porque lo que menos le conviene a México es que se genere un enfrentamiento clasista que fracture el Pacto Federal, y al cabo del tiempo tengamos que lamentar la forma en que los efectos de los odios fracturen nuestra cohabitabilidad como sociedad. Profundizar la brecha del divisionismo es el peor de los escenarios.

El problema es que el discurso que más le ha funcionado al señor López Obrador es el de la diferenciación de clases y el sembrado del odio en amplios sectores marginales en contra de las clases pudientes, o los “fifís”, como él ha preferido epitetarlos para diferenciarlos de los “chairos”, como se les ha dado a sus desafectos en epitetar a sus adeptos. La lucha de clases ha sido parte de la estrategia central del candidato Andrés Manuel López Obrador en cada uno de sus intentos por alcanzar la Presidencia de la República, pero también puede ser la causal de un desastre.

Aunque hasta ahora ha pretendido moderar el discurso, las falanges que asumieron cargos de dirección en su esquema de campaña han levantado las campañas al vuelo, sabedoras de que no habrá fuerza política que alcance al señor López. El problema es que han perdido de vista la posibilidad de una alianza útil entre todos los adversarios a causa del temor que tienen de ser sometidos a tratos humillantes y a perder las fortunas que durante décadas han construido. El temor pudiera ser esa llama que encienda las alertas y comiencen las reuniones entre sus adversarios para unirse y enfrentarlo como bloque. Seguramente ahí terminaría ese viento en popa. Al tiempo.