Virajes

 

Quien quiera ver las campañas como anticipos de programas de gobierno se equivoca


Rubén Lara León

 

Quien quiera ver las campañas como anticipos de programas de gobierno se equivoca.

Son construcciones mercadológicas cuyo propósito es decirle a los electores lo que la burocracia partidista asume como necesidad sentida, o halagüeño al oído de los votantes. Por eso no son extraños los virajes, a veces en sentido totalmente opuesto a los postulados iniciales. En la contienda en curso hemos visto varios de estos ajustes por parte de todos los aspirantes.

El nuevo aeropuerto, por ejemplo ha pasado de la cancelación absoluta, a la revisión de los contratos, a un foro de consulta, hasta aterrizar, por ahora, en su concesión al capital privado.

Con la cacareada amnistía pasó lo mismo. De ser casi total se fue matizando hasta volverse un gran misterio.

Tal vez el tema más modificado sea el de la Reforma Educativa. Dos de los contendientes iniciaron diciendo que la mantendrían, pero uno de ellos dio la vuelta para ofrecer “ajustarla en lo conducente”. El otro se mantuvo inamovible en preservarla tal cual, al considerarla “la más exitosa del régimen en turno”, hasta que, seguramente alertado de la fuerza electoral del magisterio, y de su hartazgo con las imposiciones y unilateralidad de la tal reforma, dio un giro completo el pasado domingo y anunció “ajustes estratégicos” en la misma.

El tercero no se hizo bolas, comprometió desde el principio derogarla y ahí se ha mantenido, cuando menos hasta ahora.

Hay muchos otros ejemplos. No sabremos nada de sus intenciones hasta no ver sentado en la silla al ganador. Entonces, gobernará a su arbitrio, de acuerdo a sus creencias y convicciones personales, mucho más si cuenta con mayoría en el Congreso, pues no habrá freno a su voluntad.

Pasará con cualquiera de ellos, por eso no hay que creerse los postulados de campaña, son mercancía con caducidad muy próxima.