La política del cinismo

 

Los mexicanos tendremos que seguir aguantando el estercolero político para escoger de entre todos a los menos malos


Sin lugar a dudas la política interna se ha convertido en un carnaval de cínicos. Todos dicen que hacen mucho por la patria, por los ciudadanos, por las causas más sentidas de aquellos que viven en la miseria, por las de los desposeídos, por los olvidados, por esos que nunca han conocido la posibilidad de comer tres veces al día, por aquellos cuya esperanza ellos mismos han convertido en desesperanza. En fin, el cinismo es ahora la principal identidad del quehacer político.

“La solución somos todos”, señalaba el lema de campaña de José López Portillo, y ante tanto cinismo en el manejo del poder la gente terminó diciendo que “La Corrupción Somos Todos”. Es justo reconocer que Enrique Peña Nieto tuvo la oportunidad de convertirse en el paladín anticorrupción, pero en el camino se le atravesó la “Casa Blanca”. Tampoco supo aprovechar la oportunidad de fijar en los mexicanos el antes y el después cuando le tembló la mano para enjuiciar a Guillermo Padrés por los crímenes cometidos desde el poder.

Ni qué decir de sus correligionarios Javier Duarte de Ochoa, César Duarte y Roberto Borge. Antes que encarcelarlos prefirió perder la elección en esos tres estados. Ahora lo llaman de todo y no se puede defender, aunque panistas, perredistas, morenistas y todos los demás, hace mucho que se bañaron de corrupción, pero siguen detentando un brutal cinismo para hablar mal de los de enfrente.

Esto ahora forma parte del costumbrismo político, pero no creo que sea una particularidad de nuestro sistema político, aunque bien dicen por ahí que lo que parece, es, y eso los define a todos y encuentran en el ánimo popular la misma medida. Escuchar las peroratas de Marko Cortés cada día debe resultar infernal para quienes cubren la fuente de la Cámara de Diputados, y más cuando sale a reclamar a los de enfrente que el titular de Gobernación haya aconsejado a Lorena Martínez impugnar la elección por todas las irregularidades que se presentaron desde los púlpitos de las iglesias.

No sé como un muchacho tan joven puede acumular tanto cinismo para lanzar diatribas hacia los demás ante la demostración delincuencial que dieron los curas y obispos aguascalentenses, que en cada misa hacían llamados a votar por el candidato blanquiazul. Si piensa que haciendo este tipo de ejercicios llegará a la acumulación de merecimientos para buscar la candidatura de su entidad natal, pobre Querétaro y pobres queretanos.

Tan malo el pinto como el colorado, señala el adagio popular, y los mexicanos tendremos que seguir aguantando el estercolero político para escoger de entre todos a los menos malos. Negro panorama se cierne para la política de este México tan nuestro y tan utilizado por quienes nos gobiernan para sus fines personales.

Al tiempo.

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