El retorno de Cristo

El retorno de Cristo
El retorno de Cristo 

Será un acontecimiento de gracia que el Señor vuelva a nuestro mundo a inundarnos de su majestad, y por ello nos invitó a estar pendientes de los sucesos que anunciarán tan glorioso retorno.


Roberto O’Farrill Corona

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“El retorno de Cristo”

No será en el mejor momento de la humanidad, sino en el peor, en plena Gran Tribulación, cuando ocurra la Parusía, el retorno de Cristo al mundo: “Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas” (Mc 13,24-25). 

Las palabras «después de aquella tribulación» señalan que, tras la catástrofe mundial provocada por la guerra, los desastres naturales y el hambre, ocurrirá un fenómeno celeste tan grande que provocará un oscurecimiento del sol y de la luna, no desde su interior, sino exógeno a los astros. Así, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor porque estarán ocultos a nuestra vista, probablemente por una gran bruma que se expande tras detonaciones exorbitantes, humo y cenizas emanados por imponentes fuegos de destrucción y por partículas calcinadas dispersas que saturan el aire, tornándolo turbio y denso a consecuencia de una colosal dispersión de energía devastadora.

Justamente cuando todo parezca perdido, luego del gran atentado de la humanidad contra sí misma, Dios intervendrá irrevocablemente en nuestra historia y tendrá lugar el acontecimiento de gloria: “Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Mc 13,26-27).

Mientras esto suceda, la humanidad permanece en un adviento que se prolongará hasta el retorno de Cristo en el cumplimiento fiel de su promesa, cargada de esperanza, pues el Señor, que vino al mundo en la noche de Navidad en Niño de Belén, en su parusía lo hará revestido de su gloria y en compañía de sus ángeles, quienes cumplirán con la tarea de reunir a todos aquellos que se hayan mantenido fieles a su doctrina y a la voluntad divina. Los ángeles tienen ya asignada esta misión para darle cumplimiento en ese tiempo en el que la humanidad será purificada.

En su retorno glorioso, Cristo emprenderá cuatro principales acciones: 1) La derrota del Anticristo, “el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la manifestación de su Venida” (2 Ts 2,8); 2) La celebración del Juicio final cuando “al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia” (Catecismo 682); 3) La expulsión de los demonios del mundo, cuando ocurra el  “triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña, habrán crecido juntos en el curso de la historia” (Catecismo 681); y 4) La implementación de su Reino de Paz, que “no tendrá lugar sin un último asalto de las fuerzas del mal” (Catecismo 680).

El Señor regresará físicamente y de manera visible por todos e instaurará su Reino de paz en el que será un mundo mejor para vivir, luego del Juicio Final, en el que frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios (Cfr. Jn 12,49). El Juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena. En efecto, tras la Gran Tribulación, la humanidad será purificada al conocer las consecuencias del ejercicio del mal, y será renovada por la experiencia de ver al Señor, en su gloria y poder divinos, arrojar todo el mal, transformar los corazones y lavar las conciencias y la memoria histórica de cada uno, y complementario al sublime cambio que ocurrirá en la condición de las personas, sobrevendrá una renovación en el mundo.

“De la higuera aprendan esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, saben que el verano está cerca. Así también ustedes, cuando vean que sucede esto, sepan que Él está cerca, a las puertas” (Mc 13,28-29). Estas palabras, Jesús las reveló para que estuviéramos atentos a distinguir los indicios de los que Él nos quiso informar. Así la Historia de la Salvación demuestra que Dios ve conveniente tener a la humanidad en un adviento caracterizado por la esperanza de la humanidad en Dios y en la certeza de su Palabra.

Será un acontecimiento de gracia que el Señor vuelva a nuestro mundo a inundarnos de su majestad, y por ello nos invitó a estar pendientes de los sucesos que anunciarán tan glorioso retorno. 

RGH