Sabios y Magos

 

Estos Magos son precursores de los buscadores de la verdad, tal como explicó el papa Benecicto XVI en su cristología La infancia de Jesús.


Roberto O’Farrill Corona

Ver y Creer

“Sabios y Magos”

La figura de los Magos, o Reyes, o Santos Reyes, aparece ya desde el Antiguo Testamento como protagonistas de un momento en el que el Dios de Israel, será conocido por todos los demás pueblos.

En efecto, ya desde el primer libro de la Biblia, el Génesis, se deja entrever el momento de la epifanía en la que a Dios se le llevarán dones y será adorado por todos los pueblos de la tierra: “No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando entre sus piernas, hasta tanto se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones” (Gn 49,10). 

Siete siglos antes de Cristo, el profeta Isaías vio que la Palabra de Dios, el Verbo eterno, sería adorado por los gentiles, por todas las naciones: “Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: <<Vengan, subamos al Monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.>> Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la Palabra de Yahveh. Juzgará entre las gentes, será árbitro de pueblos numerosos” (2,2-4). Lo que vio el profeta Isaías fue a una humanidad ansiosa del conocimiento y sedienta de la verdad, una humanidad que buscaba a Cristo desde antes de que naciese.

Con el paso de los siglos se fue acercando el tiempo en el que Dios sería conocido por todas las naciones, más allá de Israel, en la figura de tres magos que, en su anhelo de sabiduría, emprendieron el camino en busca de la verdad. El tiempo del Mesías se cumplió, y con él, la Verdad vino al mundo para ser conocida por todos: “Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el

Oriente y hemos venido a adorarle.» En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de

Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarle.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino” (Mt 2,1-12).

Estos Magos son precursores de los buscadores de la verdad, tal como explicó el papa Benecicto XVI en su cristología La infancia de Jesús, y luego la tradición desarrolló “ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes conocidos… Más tarde se ha relacionado a los tres reyes con las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez… Queda la idea decisiva: los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hacia Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro con Cristo”.

Estos tres personajes tan queridos, tanto por los niños como por sus padres, nos representan a todos aquellos que anhelamos adquirir sabiduría y encontrarnos con la Verdad para rendirnos ante ella, postrarnos ante quien sabía de nosotros antes de que nosotros supiésemos de Él, toda vez que le obsequiemos nuestra fidelidad y amor verdaderos.

KJ