Estamos celebrando…

 

“Nomás ponga el crío y la fecha y nos encompadramos, con mucho gusto”


El “Chincuate” y “Urko” amanecieron muy abrazaditos. Salieron de la fábrica el sábado a las dos de la tarde, dispuestos a ingerir sólo tres cervezas.

En la fonda de Magos pidieron la comida corrida y sus respectivas amargosas. Apartaron el gasto de la semana, porque luego las domadoras se ponen violentas si andan desobligándose. Una semana más de trabajo amerita gustar y echar chisme. Sobre todo contra el patrón: es la segunda semana que sólo les paga medio sueldo, que porque los clientes se han retrasado con sus deudas.

–A ver: ¿cuándo les había quedado mal?; en cuanto caiga el billete me reporto con ustedes. Como quiera que sea, ya tramité un préstamo para acabalar los sueldos.

–La bronca es que en la casa ya esperan el gasto, patrón, no la amuele. Me dijo que urgía terminar esa cómoda y mírela: ahí está, barnizadita y todo. Y es la segunda semana a medias rayas, la cosa se pone pesada.

–Yo lo sé, “Chincuate”. Soy respetuoso de tu trabajo, pero ahora sí ando quebradón. Amarré para media semana el préstamo y les prometo que nadie se quedará sin lo suyo.

–Ojalá que así sea, patrón. A ninguno nos conviene que el equipo se desbalague.

Por acá nos vemos el lunes, pues.

Con la Magos tuvieron que renegociar su deuda por las comidas de la semana.

Quedaron de liquidar a la brevedad, pero no sea malita: apúntenos también las cervezas, para bajar los sagrados alimentos, pidió “Urko”, y no tuerza la boca que se le puede quedar así. Si ya sabe que somos buena paga. Y cámbieme este billete por monedas para echarle a la rockola.

–Ponga unos cacahuatitos para botanear, doña. Y otro par de amargosas.

¡Salud!, broder

. –¡Salud!, mi “Chincuate”. Y aquí entre nos, yo nomás la semana que entra sigo en la fábrica; ya me apalabré en otro taller, porque la verdad de aquí no sale para los gastos. Y a medio sueldo, ni para cuando emparejarnos.

–Aguante la vara: verá que esto mejora. Trabajo hay, y el patrón siempre ha sido buena paga, sin chapuzas. Aquí la ventaja que tenemos es el Seguro Social y a fin de año se pone guapo con el aguinaldo. En otros talleres ni agua dan. ¡Salud!

–La bronca es que con mi doña decidimos darle un hermanito al César, y ya le atinamos a la caja de los títeres.

Aprovechamos ahora que tiene chamba y Seguro. Y en la otra chamba me mejoran el sueldo y se trabaja semana inglesa.

–Pues bien por ti, mi “Urko”. ¡Felicidades!, y que el chamaco traiga torta bajo del brazo. Se necesita valor para traer más chiquillos al mundo. Gracias a Dios que tuvimos luego luego a la parejita, y no le anduvimos buscando hasta llenarnos de hijos. Bien dicen: fácil es encargarlos, lo difícil es mantenerlos.

–Pues sí. De cualquier manera el dinero nunca alcanza. Y si nos tardamos otro poco, al rato no vamos a encargar hijos, sino nietos. Por cierto, ¿cómo ve que nos hiciéramos compadres? Ya lo platiqué con la doña y está de acuerdo. Que sea pretexto el bautizo para una pachanga.

–Me late, cacahuate. Nomás ponga el crío y la fecha y nos encompadramos, con mucho gusto, faltaba más. Nos chingamos otras y te invito a mi casa, para que le avisemos del compromiso a la comadre, ¿vale?

–Pues qué remedio: Magos, otro par y la cuenta, antes que el compadre se eche pa’ atrás.

Pasaron a la tienda de Trini y lograron que les prestara los envases de cerveza. Ahí mismo destaparon la primera ronda y se dieron gusto, una tras otra; al par se unieron “El Memín” y “Manzanas”, loseteros de oficio.

Organizaron la coperacha y pidieron otro cartón.

–Estamos celebrando que ya casi somos compadres éste y yo; ai les avisamos luego para que las doñas organicen el beibicháwer…

–¿Y quién de los dos va a dar a luz? –quiso saber “El Memín”–. ¿Quién de ustedes es la mamá y quién el papá? Todos soltaron la carcajada. Trini, previsora, les puso sobre el cartón un plato con cacahuates y pepitas:

“Cortesía de la casa, ai nomás me dicen a quien se los apunto”, bromeó. “Cárguelas a mi cuenta”, pidió “Urko”: “nomás por el puro gusto de estar con estos cábulas”.

El fresno de Trini recibió las cada vez más frecuentes micciones.

Por suerte cerraron la calle para reencarpetarla; así, la presencia de alguna patrulla se daba por descontada.

“Memín” sacó la baraja y comenzaron la partida de conquián, como en la adolescencia. Los recuerdos afloraron, “Manzanas” desapareció y volvió de la vinatería con un litro de mezcal: “Para que los cacahuates no hagan daño”, justificó y pidió vasos de plástico a Trini.

–Nomás no se vayan a poner locotes como cuando chamacos, ¿eh? Y lleven bien su cuenta, que luego les da por pedir y no pagar…

–¿Los conoce o les habla al tanteo, Trini? –atajó “Chincuate”–.

Las cuentas claras y la cerveza espesa, Trini. Haga un corte y comienza la cuenta, para que no diga que a Chuchis la bolsearon.

–Esa voz me agrada. Y chivo brincado, chivo pagado. ¿A quién le anotamos este otro cartón?

–Que sea por coperacha –previno “Chincuate”–. Para que nadie salga más trasquilado que otro, ¿va?

–Si van a querer más, de una vez porque a las diez cierro el changarro –advirtió Trini al percatarse que el conquián iba para largo. Tanto, que “Chincuate” y “Urko” amanecieron muy abrazaditos.