La mesura de Francisco frente al drama de los rohinyas

 

No se ve próxima una solución para la crisis humanitaria


No se ve próxima una solución para la crisis humanitaria que se desarrolla en el sureste asiático producida por la persecución que en Myanmar, la antigua Birmania, está sufriendo la minoritaria comunidad musulmana rohinya por parte de la mayoría budista. Hace algunas semanas el papa Francisco visitó Myanmar, y de él se esperaba una declaración enérgica de condena a los abusos sufridos por los musulmanes rohinyas a manos del gobierno.

Sin embargo, las palabras de Francisco en Rangún se caracterizaron más bien por su tibieza. Hizo un llamado a la concordia y poco, muy poco más. La mesura de sus palabras puede explicarse tomando en cuenta algunos factores que en cualquier caso no justifican de ningún modo la violencia ejercida hasta ahora contra los musulmanes rohinyas, pero sí ayudan a entender mejor la problemática en la antigua Birmania. En primer lugar, existe una organización denominada Ejército de Salvación Rohinya de Arakan que funciona en los hechos como el brazo armado de la comunidad rohinya de Myanmar y que ha atacado instalaciones del Estado exigiendo concesiones para esa comunidad y teniendo como resultado una inaceptable y desproporcionada reacción de violencia y agresión por parte del Ejército contra la comunidad rohinya en su conjunto.

En segundo lugar, existe una pequeña comunidad católica en Myanmar que podría verse vulnerada como consecuencia de una condena abierta y directa por parte de Francisco contra la dirigencia política del país. Una realidad es que cuando los papas visitan un país, pueden hacer declaraciones que enciendan el panorama político, para pocos días después regresar al Vaticano y no volver en mucho tiempo o de plano no regresar nunca. En cualquier caso es compleja y trágica la problemática de los rohinyas en Myanmar y al mundo le tomará bastante tiempo entenderla y desde luego mucho más, solucionarla.

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