Error de cálculo

 

La iniciativa presidencial de los matrimonios igualitarios, fue enviada al Congreso en tiempos equivocados


Quienes se encargan de la estrategia de comunicación en la Residencia Oficial de Los Pinos tienen por ocupación principal diseñar los mensajes que debe transmitir el Presidente de la República, y por los resultados obtenidos podemos decir que han tenido graves y garrafales fallas en los últimos tres años. Y no es que pretenda evidenciarlas una a una porque no me alcanzaría el espacio, pero han hilado una cadena de errores que, por desgracia, han costado demasiado caros a quien conduce los destinos del país, y de paso, a todos los mexicanos.

Uno de los temas que mayor efecto ha tenido en la percepción de la gente es el de las bodas entre personas del mismo sexo, y desde luego que el febril activismo desplegado por los líderes de la Iglesia Católica ha encontrado mucho apoyo en los sectores conservadores de la sociedad. El activismo político de los obispos durante la elección de gobernadores en Aguascalientes resultó evidente, hicieron ganar al candidato blanquiazul, y la autoridad electoral brilló por su ausencia en una muestra más de miedo que respeto a la organización evidenciada por los prelados.

Quienes pensaban que ese rancio conservadurismo que registra nuestra historia como antagónico de los bandos liberales había desaparecido con el paso de los años, han comprobado que no sólo no ha disminuido, sino que se ha incrementado considerablemente pese al avance de las ideas y el afloramiento de expresiones de tolerancia para el homosexualismo en la sociedad actual.

Los mexicanos vivimos en un régimen de libertades y obligaciones, y entre esas libertades se incluyen las preferencias sexuales. Hasta ahora los lazos legales permitidos han sido las sociedades en convivencia, que por lo regular se reconocen como matrimonios entre personas del mismo sexo, pero no se obtienen los mismos derechos y las obligaciones consagradas en la figura que regula la legislación civil.

Pero las leyes poco importan a los hombres de sotana porque sus intereses están en los cuantiosos recursos que reciben a cambio de propagar la fe católica. Y el fenómeno no es ya un problema de ignorancia, sino de asideros colectivos que no está construyendo la estructura administrativa del país. La fe en las decisiones gubernativas ha disminuido considerablemente, pero lo más grave es la división que políticos y líderes religiosos han sembrado en todas las latitudes del país.

Ya no es la lucha entre liberales y conservadores. Ahora es la contienda por los derechos civiles entre distintos bandos que buscan consenso en los diferentes estratos sociales. Si alguna vez la unidad nacional fue parte de la ideología gubernativa, ahora una iniciativa presidencial, la de los matrimonios igualitarios, fue enviada al Congreso en los tiempos equivocados provocando una causa más de división entre los mexicanos. El error de cálculo ha sido garrafal. Al tiempo.

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