Muestran su Amlover en el segundo debat

 

Durante el encuentro en Tijuana, Anaya y López Obrador sacan sus mejores golpes


“Como en talk show, donde los participantes dispuestos en sillas esperaban no sólo su turno, sino los dimes y diretes, los candidatos probaron sus habilidades más allá de los podios, y el tú por tú cobró más sentido que nunca en el segundo debate presidencial.

Algunos más diestros que otros en el uso del escenario, tuvieron que hacer un esfuerzo doble, para sentarse y pararse en cada intervención, Anaya y Meade casi expertos, Andrés Manuel sólo a dos pasos de su silla para articular su discurso, y “El Bronco” moviéndose lentamente hasta acabar respondiendo desde la silla.

Al tú por tú

Ricardo Anaya hubiera querido tener al lado al abanderado morenista, para no tener que atraversársele a Meade para increparlo, la dinámica del segundo encuentro le permitió acusarlo frente a frente. Una vez le llevaba sus gráficas, que no tardó ni media hora en sacar; otras, su libro, y ni hablar de la guerra de portadas de revista que desató entre ambos.

Y si en el primer ejercicio, López Obrador pudo sortear los agravios –volteando por doquier–, esta vez, tuvo que sostener miradas, y risas, las más de Anaya, que disfrutaba ponerlo en jaque con sus acusasiones ilustradas.

“Riqui Riquín Canallín”, acusó el tabasqueño al representante frentista, en una suerte de contraataque improvisado.

“El debate es para atacarme; es obvio, están pensando en que se van a recuperar, no voy a caer en  provocación”, se defendió en principio el candidato de Juntos Haremos Historia. Poco pudo hacer contra la estrategia de Anaya y una que otra hablada de Meade.

Desde la otra orilla, el menos lucido, Jaime Rodríguez, a diferencia de la primera reunión, no quiso robar tanta cámara. “Estoy divertido aquí viendo”, mencionó cuando la moderarora le preguntó por qué no intervenía, “abusados, así van a pasar seis años; no voten por éstos”, apuntó.

El debate presidencial cruzó la línea entre el enfrentamiento y la diplomacia, así como propuestas en materia comercial y migrante.

Quinto en discordia

Tres de los cuatro candidatos prefirieron encender el fuego del encontronazo MéxicoEstados Unidos, mientras que uno defendió la vía con que el Gobierno Federal ha reaccionado con el quinto en discordia del encuentro: Donald Trump.

Anaya, fue el más táctico para defender la “dignidad de México”; López Obrador, en ocasiones solapador del magnate americano en materia de subir salarios y descalificaciones a los gobiernos corruptos. Jaime Rodríguez proponiendo “la pierna dura a los gringos”, conformaron el bando rudo.

Del lado técnico, sólo Meade, que aunque pidió respeto, lució su gala de exsecretario de Relaciones Exteriores para decir que luchar por los tratados es la única forma de capitalizar la relación bilatera. Incluso entró en palabras con uno de los moderadores, para evadir lo que al final sí dijo: que el presidente Peña Nieto hizo bien al recibir a Trump en Los Pinos.

Moderadores protagonistas

Con álgidas preguntas, acorralando a los candidatos, provocadores en ratos, Yuriria Sierra y León Krauze parecían en ocasiones, más jueces que moderadores.

En su favor, los periodistas lograron respuestas contundentes a las preguntas, cortaron la palabrería de adorno y evidenciaron que para algunas preguntas no había respuesta.

En su contra, interrumpían ideas y fragmentaron aún más las propuestas que a veces no podían seguirse en hilo.

Meade casi “se la canta” a Krauze, quien visiblemente enfadado caminó hasta el podio de conductores y le rogó lo dejara terminar su discurso. El comunicador no desistió a su pregunta, “quería confesar al candidato”; “¿sí o no estuvo bien el recibimiento de Trump en México tras las ofensas que dieron paso al muro”, el abanderado del tricolor terminó en la lona.

Abrazos, no balazos

Un pacto se selló en Tijuana el domingo por la noche, aquél de permanecer unidos para defender a México, aquella herencia que dejó Margarita Zavala, hoy abajo de la contienda y que los cuatro rivales se comprometieron a defender.

En la velada aparecieron los abrazos, esos que Andrés Manuel López Obrador le dedicó a José Antonio Meade y a Ricardo Anaya; claro al aire, como quizá la promesa de todos de respetar el resultado de la jornada electoral del 1 de julio.

Los que hicieron un buen debut fueron los ciudadanos , quienes se erigieron portavoces de los votos por conquistar, no titubearon en cuestionar a los políticos; unos al pie del guión y otros presas de las cámaras, terminaron con respuestas a modo, como siempre.

Alabando el valor del pueblo, del México anfitrión de migrantes, y de la unión multicultural terminó el segundo debate, entre los “abrazos, no balazos” de López Obrador, quien esta vez se despidió hasta del público, y cuya urgencia por abandonar el foro esta vez sí pudo disimular.

 

Compitió el debate con el espectáculo del fut

Mientras en Tijuana, Baja California, los cuatro aspirantes a la Presidencia de la República discutían sus plataformas de gobierno, en las sedes de los partidos que los posturlan poco importó el segundo debate entre ellos.

Como cualquier domingo, las oficinas nacionales y locales de Morena, así como la casa de campaña de López Obrador se mostraron ajenas al encuentro, pues no tuvieron actividades relativas con el mismo.

Lo mismo ocurrió con la sede nacional del PRD, donde no sólo no se organizó nada, sino que permaneció cerrado y sin militantes.

Mientras que en el PAN la transmisión se manejó como “reuniones privadas”, a las llegó casi una treintena de militantes y simpatizantes a las sedes local y nacional.

Ahí, la entrada de vehículos y simpatizantes se realizó de manera discreta, sin banderas, pancartas, gorras, playeras o algún distintivo de apoyo a su candidato presidencial, Ricardo Anaya.

En ambas sedes, ni el sismo los distrajo, pues sólo fueron evacuadas algunas personas, quienes aseguraron estar cumpliendo un turno más de trabajo, más no para ver el debate.

Situación que ocurrió de manera similar en el PRI, pues aunque su salón Luis Donaldo Colosio tardó una hora en llenarse, proyectaron el debate, luego de que los invitaron vieron en las pantallas el triunfo de Santos ante Toluca, antes de tener que dejar el recinto por la alerta sísmica.

Tras el susto, los simpatizantes pudieron concentrarse en el debate, con aplausos discretos a todas las intervenciones de Meade, mientras disfrutaban de las tortas de cochinita pibil que les repartieron.

Sin embargo, entre la ciudadanía sí hubo cierto interés, como para los comerciantes del Metro Pantitlán, uno de los más grandes de la ciudad, pues entre sus puestos se veían pequeñas pantallas con el “segundo round”.

Incluso, en los desalojos por el temblor se habló sobre este, como en el caso de Johanna y Santiago, quienes bajaron los 10 pisos de su departamento a la planta baja del edificio en bata, dejando atrás la televisión encendida.

“No está tan fuerte (el sismo). Quiero ver como le echan montón al Peje”, dijo sonriente don Raúl, de 70 años, para regresar a su vivienda.

Pero no todos pudieron seguirlo, pues aunque en redes sociales se anunció la proyección en el Monumento a la Revolución, a la mera hora tuvo que cambiar de sede, dejando plantados a algunos.