Cuenta regresiva

 

Ahora empieza la búsqueda de culpables en elecciones


Detrás de cada desastre hay una oportunidad para que todos aquellos que son creyentes puedan preguntarle a Dios ¿por qué? Sin embargo, la humanidad –creyente o no– suele tener la mala costumbre de dedicarse sencillamente a buscar culpables. ¿Quién tuvo la culpa de lo que pasó el 5 de junio?

Porque realmente en nuestro sistema y en nuestras creencias, la culpa la tiene aquel que al final del día es el único elector. Ya que lo que hacemos todos los mexicanos con derecho a ejercer el voto, es conectar o no con el último deseo del que durante seis años es nuestro único representante y nuestra única verdad.

En ese sentido, resulta muy interesante la falta de autocrítica que quedó manifiesta en los comicios pasados. Porque finalmente todos los políticos que intervinieron en la selección de sus candidatos lo hicieron con la confianza ciega de que no había mucho por hacer.

Puesto que los únicos que realmente tuvieron fe fueron aquellos que se levantaron contra el sistema. Mientras que los demás vacilaron, por una parte en la falsa confianza de que ellos sabían, podían y debían; y por otra, en la falsa resignación de que lo importante era competir aunque no lograran ganar.

Ahora empieza la cuenta hacia atrás que implica ir buscando culpables. Y en ese sentido, escalando nuestro sistema político, el último culpable siempre es inocente por definición.

Pero lo relevante es que observando el conjunto de la clase política de nuestro país –independientemente de los que ganaron o perdieron– hay un dato que no se debe olvidar, y ese es que se produjo un terremoto, no porque unos fueran muy malos y otros muy buenos, sino porque el conjunto del sistema político mexicano ya está agotado.

Y más allá de elegir a la mejor opción entre los candidatos, se pretende elegir a aquellos que puedan parecer una bocanada de aire fresco, aunque por dentro sean los más contaminados.

En ese contexto, ¿podrían caer los presidentes de los partidos? Porque ahora el joven presidente del PAN, Ricardo Anaya –tan feliz y tan seguro de sí mismo–, ya sabe que así como se cantaba en la Alemania de los años 40, el mañana les pertenece.

Y por su parte el presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, es la víctima propiciatoria de una situación en la que él aceptó el encargo de sacar adelante la elección sin importar quiénes serían los bueyes con los que tendría que arar.

En este momento, lo importante es mirar alto y no ser tan vulgares a la hora de buscar culpables, porque ahora los culpables somos todos y lo son más aquellos que no quieren enterarse de que esto ya se terminó.

Twitter @antonio_navalon

GG