Lo de Nicaragua no tiene marcha atrás ¿O sí?

 

Muchos dirían que el desprestigio del presidente y de su esposa ha llegado a tales niveles que la supervivencia del sandinismo en el gobierno  es imposible


Miles de personas han llenado las calles de ciudades como Managua, León o Granada para exigir la salida de Daniel Ortega del poder en Nicaragua. El líder sandinista junto con su esposa y vicepresidenta del país Rosario Murillo se aferran al poder con todo lo que tienen a su alcance. Claramente el régimen nicaragüense quiere replicar la experiencia venezolana una vez más.

En un primer momento lo hizo en lo relativo a socavar desde el Poder Ejecutivo a las instituciones democráticas hasta lograr que Nicaragua dejara en los hechos de ser una república para convertirse en una dictadura. De la misma manera en la que lo hizo Hugo Chávez primero y Nicolás Maduro después, el gobierno venezolano fue paulatinamente vulnerando la independencia de los poderes y se fue apoderando del tribunal superior, de la autoridad electoral y desde luego del Congreso.

Desde su llegada al poder en Managua en el pasado 2007 Daniel Ortega ha seguido con éxito la senda venezolana.

En esta ocasión, Ortega quiere replicar la experiencia de Caracas pero en lo relacionado a ganar tiempo rehusándose a actuar en el sentido demandado por la gente en las calles. Muchos dirían que lo de Nicaragua no tiene vuelta atrás, que la gente está harta de Ortega y que no parará hasta que logre su defenestración. Muchos dirían que el desprestigio del presidente y de su esposa ha llegado a tales niveles que la supervivencia del sandinismo en el gobierno  es imposible. Sin embargo, desde Caracas podemos ver el ejemplo de un gobierno totalmente desacreditado, repudiado por una amplísima mayoría de la población, rechazado casi unánimemente por la comunidad internacional, denunciado por la oposición en su conjunto y rechazado por el parlamento legalmente constituido y, sin embargo, Maduro sigue despachando desde el Palacio de Miraflores.  El que Ortega quiera una vez más seguir la senda bolivariana presagia para Nicaragua una larga etapa de resistencia antes de finalmente lograr la salida definitiva de Ortega del poder.