Ojo por ojo

 

Pobre México, la infinita pequeñez de su clase política y sus enormes dislates son un lastre para los mexicanos


Parece que los miembros de nuestra honorable clase legislativa han decidido convertirse en paladines de la justicia y ahora planean acudir a ese viejo adagio que señala “ojo por ojo, y diente por diente”, con la finalidad de que Estados Unidos entienda que también de este lado de la frontera hace aire.

Desconozco cuan pertinente puede resultar la implementación de una medida de este tipo, pero tomar decisiones unilaterales sin el concurso de los otros poderes del Estado Mexicano pudiera ser irresponsable.

Lo mismo se puede decir de algunos gobernadores que tomaron la determinación de acudir a ciudades estadounidenses a ver a nuestros connacionales y llevarles un mensaje de solidaridad. No sé si los señores gobernantes estatales recuerden que quien representa al Pacto Federal es el Presidente de la República, y por consecuencia, es el único con facultades y representación legal para tratar con los Jefes de Estado de otras naciones.

El problema de México es que la política se ha convertido en un lamentable espectáculo por las ansias de notoriedad de los gobernantes locales, y cometen errores que pueden causar diferendos diplomáticos. Qué bueno que velan por los intereses de sus paisanos, pero nunca se han puesto a pensar que surgen esos flujos migratorios porque en su lugar de origen no existen oportunidades para obtener un trabajo digno.

Por eso me hago las siguientes pregunta: ¿Por qué hasta ahora? ¿Cuál es el motivo, si no poseen facultades para tomar decisiones en materia internacional? Por mucho que vayan y platiquen con nuestros paisanos no pueden hacer nada por ellos más que darles una palmada en la espalda o un mensaje de aliento. ¿No sería mejor ponerse de acuerdo con el titular de Relaciones Exteriores para programar visitas oficiales?

Por lo pronto, también algunos diputados tienen ocurrencias por sus ansias de venganza. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Víctor Manuel Giorgana, advirtió que si los congresistas norteamericanos deciden aplicar un impuesto del dos por ciento a las remesas de los mexicanos para cubrir el pretendido “muro de la ignominia”, el Poder Legislativo gravará en la misma proporción las utilidades de las empresas estadounidenses.

No sé si el valiente presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores consultó su propuesta o simplemente la haya lanzado de su ronco pecho para salir reseñado en los medios de comunicación.

Quizá fue un acto de venganza personal, porque calificó al congresista norteamericano de estar “verdaderamente sordo” ante la reiterada negativa de México a pagar el tan llevado y traído muro.

También habló pestes del secretario de Seguridad Interna por proponer el envío de tropas a nuestro país para combatir al crimen organizado. Pobre México, la infinita pequeñez de su clase política y sus enormes dislates son un lastre para los mexicanos. Al tiempo.