La lucha de los retrógrados

 

Habrá que decirle al prelado capitalino que su ignorancia es infinita


Un sector de la Iglesia Católica, liderada por Norberto Rivera Carrera, ha iniciado una embestida contra el presidente Enrique Peña Nieto, a quien acusan de haber provocado la estrepitosa derrota de su partido en las elecciones pasadas.

La causa es haber enviado al Congreso –una semana antes– la iniciativa de matrimonios igualitarios o entre personas del mismo sexo.

Habrá que decirle al prelado capitalino que su ignorancia es infinita o que su perfidia es ofensiva para la mayor parte de los mexicanos. Para decirlo más claro, hasta ahora ninguno de los especialistas en el comportamiento de los públicos se ha atrevido a señalar tan lamentable afirmación. Para que el señor Rivera Carrera se entere, habría que enterarlo que la mayor parte de los mexicanos decidió su voto con mucha antelación y que los indecisos son un número muy pequeño.

La presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia, organización de corte conservador liderada por Consuelo Mendoza, señaló que no pueden hacerse libros de primaria sólo para exponer “lo que sucede con las minorías” al referirse a la instrucción del presidente Enrique Peña Nieto para incorporar en los libros de texto el tema de los matrimonios gay. Habría que recordarle que la democracia implica la voluntad de las mayorías protegiendo los derechos de las minorías.

Por lo que corresponde al posicionamiento del cardenal Norberto Rivera Carrera, habrá que señalar que hay una organización donde la homosexualidad es la constante: la Iglesia Católica. Por eso no veo el porqué se le siga negando, incluso a los miembros que son heterosexuales, la posibilidad del matrimonio. Pero lo peor es que ahí es donde también se ha dado la práctica recurrente de utilizar niños como objetos sexuales. Por si monseñor Rivera no lo sabe, a eso se le llama pederastia.

La mojigatería de quienes ahora han emprendido una campaña contra el presidente Enrique Peña Nieto raya en lo absurdo, porque ellos han sido quienes con sus excesos han deteriorado el prestigio de la institución religiosa. Ojalá el cardenal Rivera Carrera explicara por qué siempre protegió a Marcial Maciel. ¿O acaso ya lo habrá olvidado? La pretensión de hacer una lucha ideológica con un motivo sexual no es más que la muestra del criterio tan pequeño que tiene este representante de la Iglesia Católica. Por si no lo sabe, el propio papa Bergoglio ha aceptado ya la condición de los homosexuales.

Al tiempo.